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Deleiza

Entregarle al mundo la riqueza de la vida y del campo.
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Contexto

Muchas marcas nacen por diferentes circunstancias: algunas por necesidad, otras por aptitudes o por una oportunidad. Pero cuando a cualquiera de esas razones se le suma la pasión, se obtiene una combinación poderosa. Así nace Deleiza: de dos personas colombianas nacidas en el campo, hechas en el campo y enamoradas del campo. Con ese amor profundo por lo natural, han decidido llevar los sabores del campo a distintas partes del mundo, como Chile y Canadá, por ahora.

Reto

Encontrar el nombre para esta pasión, su logo y toda su identidad visual, pero no solo eso, debíamos saber del por qué ese amor y pasión de esa idea, además quiénes somos. El reto era saber quiénes éramos.

 

Solución

Se trabajó desde sus raíces, conociendo a cada uno de sus fundadores estableciendo a través de una plataforma de marca toda la base de la identidad de marca:

“Creemos en un mundo sano, en un mundo donde el apoyo sincero existe, un mundo donde las personas se dan la mano y crean una mejor realidad, un mundo donde nos alimentamos con productos reales, donde la persona que siembra el alimento también tiene una vida digna, donde la naturaleza es protegida y amada. Creemos en un mundo Deleiza.”

Una vez pensado en ello, empezamos en la creación del nombre, después de algunas propuestas partiendo de la identidad y expectativa de sus fundadores, creamos Delieza. Un nombre se forma por la fusión de dos raíces conceptuales: “delicioso” y “naturaleza”. Evocando sensorialidad, placer y sabor, conectando con la idea de algo que proviene de la naturaleza, aportando un matiz fresco, orgánico y auténtico y el cual se disfruta profundamente.

El resultado es un nombre evocativo, suave y armónico, que sugiere una experiencia placentera y natural. Esta construcción refuerza una marca que no solo promete sabor, sino también bienestar, conexión con lo natural y autenticidad.

En cuanto al logo reune elementos profundamente conectados con la tierra, la vida y la energía natural. En él, se representan cuatro manos extendidas hacia los diferentes puntos cardinales, simbolizando la entrega, distribución y presencia territorial de los productos Deleiza.

En el centro del isotipo se encuentra un círculo que evoca la semilla, origen de toda vida. Esta semilla representa tanto los cultivos como a las personas, reforzando la idea de que en el centro de todo está la vida.

La disposición de las manos sugiere la forma de un sol, fuente esencial de luz y energía en el campo. Este sol formado por manos expresa vitalidad, crecimiento, calor y conexión con la naturaleza. Además, los dedos se integran visualmente como el labrado de la tierra, reforzando el concepto de campo y natural.

El logo transmite así una idea de marca que honra el origen natural, la entrega generosa y la energía vital que nutre todo lo que produce Deleiza.

La buena vida la construimos y la compartimos.